Mayo.dosmilocho.


Siento tus costillas en mis dientes, siento tus pies en mi espalda, deslizándose suavemente, cálidamente, por la piel. Ocultas tus ojos en mi panza, mencionas mi nombre y dices dos palabras, yo me quedo muda, gritando para adentro qué 'parezco sentir lo mismo'. Tus manos me han hecho una encrucijada, casi perfecta, una amarra sencilla, similar a la otra, con la que me atas el alma. Tus ojos ahora frente a mis ojos. Me has comido a besos, tus labios señalan mis rodillas (ahora tuyas) y yo tiemblo, y tú quieres que siga temblando y te muerdo y te ries (ínsúltandome dulcemente en tu mente), clavas tus manos en mi cadera insomne. El nudo se hace más fuerte y yo pienso en caer rendida pero tú y algo dentro mio lo evita, la atadura se vuelve infranqueable. Me pierdo entre tus dedos fugaces, mientras vas haciéndome un nido en tu sonrisa. Estás destensando la fuerza insolente… me haces beber, a pequeños sorbos, de la voluntad que me robas invariable. A cambio he recibido una condena, de sabores agridulces y tonalidades inciertas en mi piel, en mis hombros, en mis pies. La ropa quedó marcada de colores extraños y no sé responder a la gente por qué terminó así. Entre los hervores de mis venas yo me desarmo, y te doy las piezas para que me reconstruyas a tu gusto, para que elijas la disposición y me pintes como quieras. Yo me entrego a tus dedos pincelados, al sortilegio ingenuo que nos recorre los párpados. La fantasía nos une en un latido impreciso, lleno de tactos, de gritos, de voces calladas, de sensaciones ahumadas, de amores y temores nacientes disolviéndose en los labios: los nuestros.
Y dejamos al tiempo correr, nos volvimos primavera y dejamos de temblar...
gArfiAs
te quiero mucho
mucho
mucho
mucho

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