Cayendo en un beso como las gotas desparramadas en la nada, fuimos la última pieza de un segundo que jugó al romance hasta convertirnos en la traición que marcha, descalza sumisa y evidente, directo al sur. Somos todas las noches, pero ningún amanecer; la lluvia y el sol, sin arco-iris; la sonrisa de las espaldas; el frío que pide abrigo; un nada jugando todo... Somos, el malecón, tu sonrisa y yo.





Déjame acá, con mi nombre,
con tus ganas de no amarme
y sin tus ganas de matarme
de un golpe directo al corazón

Comentarios

Entradas populares