Noria

Nací el veinte de mayo de mil novecientos ochenta y nueve.
(Sólo para recordarme)


Atando cadenas de mis latidos hasta mis propias yemas dactilares, no sé contar lo que he perdido ni a la lluvia de los dibujos en papel. Estiro días en noches, y semanas en primaveras; frío de película, paraguas por andén. He escuchado colores en mis dedos y acordes pintados en las uñas, he olvidado los atardeceres sin sol, he leído que el olvido es tuerto. Yo me creí aquello de que no debía creerme todo lo que leyera, pero no me advirtieron sobre lo que yo misma escribiera. No entiendo como la gente es incapaz de entender como alguien se puede perder entre círculos helados. Todas esas señales de tráfico marcando las distancias de las soledades, después. Temer a un tiempo verbal (pasado).
Palabras equivalentes a pegamento para coser heridas, y tenía el contestador lleno de gente que no llamó. Crecer fuera del aire, decir sin palabras nada.
Y quizá llegue a algún sitio, o quizá los quizás no me sirvan ya.



Sí, hoy es uno de esos días
en que me acojono por haber nacido humana.









Prometió que nunca le haría daño

Quiero que te detengas cuantas veces sea necesario,

para amarnos, como el miércoles aquél.

¿Como haces, para abrazarme sin tocarme?

(si te aproximas te doy un beso)

te quiero mucho

como la trucha al trucho.