Cafeto

Tenía que ser Abril…
¿Cómo escribirlo? No es posible describirle…
Ahora puedo darme cuenta que los sueños no eran sólo un acertijo para resolver, había palabras que estaban siendo leídas, estaba siendo descubierta por un bandido que ahora es sabido: se ha robado mi sonrisa y se ha adueñado de mis pensamientos.

Pude darme cuenta en aquél momento después de despertar y haberle soñado…
Frente al espejo, al ver mis ojos, vi reflejada su mirada ahí. Vi que mis ojos pertenecían a los suyos. Vi que aunque estuviera a metros o kilómetros de mi, podía acariciar mis miedos, retar a mis indecisiones e incluso recorrer mis sentimientos.

Algo había pasado sin duda. El aire se había llenado de su voz (esa que ya está rondando mis oídos), y yo no pude dejar de imaginarle. Sonreía y se acercaba a mi, acariciaba mi pelo, y yo sentía su respiración en mi cuello, parecía que el mundo entero se paralizaba por un instante porque sólo existíamos los dos. Vi mi vida en sus ojos, vi mis sueños, me vi a mí. Quise memorizar la forma de su piel, y todos los susurros que acaricié hasta que se desvanecieron en el aire, el mismo aire repleto de su voz. Quise caminar con él sobre melodías azules que nos condujeran a su sonrisa y la mía unidas en ese abrazo que nos derrite las certezas, ese abrazo que trae consigo el calor del verano. Me desvanecí en un suspiro infinito, en una mirada profunda, en amaneceres naranjas...

Es su mirada. Su sonrisa. El abrazo que no me ha dado, las palabras que no me ha dicho. Los sueños que no le he contado. Son los sueños en blanco y negro que llena de color con sólo aparecer, son sus ojos que me dicen que todo ha cambiado.
Es un trato, en donde ambos ganamos. Yo le regalo mis días, dulces o salados… y Él no sabrá faltarme nunca.