● Sin sístole ni diástole

Me desabrochaste el cuerpo suavemente, miraste mi interior... le sonreíste a mi alma.
Era tuya por entero.
Te paseabas por mis costillas y tenías tu imaginación saltando en mis pulmones.
No había salidas, ni intentos de escapatoria. Estuve pendiente de ti, de cada movimiento en falso y en los que no dudabas ni un instante.
Borraste de mi mente el nulo temor que me habitaba y me besaste cada poro de la piel. Estaba segura que ése sería el día en que te entregaría mi corazón, habíamos hecho un intercambio de miradas, caricias, fluidos, pieles, entrañas... habíamos cambiado por completo, estaba yo en ti y tu en mi.


Me mirabas con mis ojos cafés y te tocaba con tus manos suaves.
Me besabas con mis labios rojos y te picaba la cara con mi barba.
Al restaurarnos, tenías el pulso complicado...
habías olvidado devolverme el corazón.

Me mantenían con vida los restos de incendio de ésa noche...
se cumplió esa promesa que se hacen los enamorados,
esa de "te entrego todo mi corazón"...

No era un amor de cuento, desapareciste y de ahí, no supe más de aquello que me pertenecía. Me dejaste con un hueco en el pecho, sin ciclos cardíacos. Sin infartos al miocardio. Sin manera de latir.