Me sentí más que viva aunque me estaba muriendo. Tú sonreías y me mirabas, yo notaba que me cuidabas desde dos metros más allá. La lluvia caía, sobre el asfalto y sobre mis mejillas, pero tú me mirabas, y yo me sentía segura. Y viva.
¿Te acuerdas?
Contábamos los sueños que nos pasaban por delante, y me encantaba andar contigo por la calle. El mundo sabía que ya habíamos dado nuestro corazón uno al otro.
Monologueábamos en portales mientras la ciudad imparable corría a nuestro lado. Se derrumbaba el mundo cuando nos gritábamos, pero le sorprendíamos con una sonrisa. Cambiamos el rostro de la gente que quiso mirarnos, y escucharnos. Conocimos ciudades dentro de la misma, viajamos sin recorrer carreteras. El cielo fue nuestro. A tu lado el salitre me sabía menos amargo, fuimos, y las luces brillaron sólo para nosotros.

Mi principe.

Me sentí crecer, vivir y sentir. Gracias a tu voz...

Ahora me dedico a pensar en los metros que nos separan,
y sonrío cada vez alguien habla de ti, porque llevo tu nombre escrito en el alma.

Comentarios

Entradas populares