gOng tibetanO



Siento que, a veces, los pulmones se me encharcan con unas mil cuatrocientas cuarenta mentiras, y se escapan de golpe por la garganta. El mundo me da millones de vueltas, y al final no sé quién es quién y quién era él que estaba cabeza abajo. Desaparecen las muertes de pájaros y las frases hechas. Quién me iba a contar a mí que tu 'nunca diré siempre' se convertiría en un 'siempre diré nunca'; nunca jamás, nunca más, cada día me cuesta más respirar. Pierdo las llaves. Te ahorcas con el cinturón de orión, caray! ¿no recuerdas lo que había escrito en mintaka? Es que lo entendía incluso yo. Conduces sin gasolina hasta la palabra más lejana
y a veces creo que no sentías nada. Me mareo, y me caigo en espiral, ¿por qué muerdes los cigarrillos? eso no lo sé ni siquiera yo.

Y entonces me siento tan lejos, que ni siquiera yo me encuentro. Me busco, escrutando momentos, pero es imposible. Voy dejando de existir, como aquel silencio tatuado en los dedos de un poeta en paro. ¿te acuerdas? Yo no... Y lo peor de todo es que también olvido el hambre de versos invisibles, hermanos pequeños de los adjetivos que dibujabas para mí, todos los tristes sonetos imperfectos que han borrado mis dedos, todas las metáforas que no te has inventado en mi piel, porque nunca me han regalado una metáfora, un puto lunes, un pinche sol. Es cuando más necesito de... y ahí están... más muertas que mis veranos y mis otoños, se alimentan de mi tristeza y se pasan los fines de semana esperando a que me ponga a llorar y me pierda, otra vez.


Extrañando_me/te

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