Noviembre

NOVIEMBRE
Y mi bocanada de sueños



En un sólo momento se me encogió hasta el hecho de respirar,
y el vacío se quedó empapelando mi pequeña habitación cardíaca;
hay lugares en la memoria que es mejor cerrarlos bajo llave,

bajar ventanas, y que se queden así. Intactos.

La sensación de haber tocado la fibra de algo descosido;
la sensación de saber que cuando se toca fondo,
todos los días son iguales.

Resbalan las canciones mezcladas con el aséptico
respirar de las mismas curvas del camino
y tropieza entre mis dedos alguna que otra historia al acariciar el borde del asiento.

Las vías se vuelven Salida de emergencia fuera de servicio.
Llevo una equis roja dentro de mi todo;
prohíbeme no prohibirme.

Que me dejo las prisas en la vuelta de la esquina
y un cielo de media tarde nublado por la hora punta.
Catalogo sensaciones, olores, texturas.

Si esque se pueden manipular como si de ácido se tratara.
Juego en el espejo gris de las ventanas,
me entretengo calculando cada cuánto se cruzan
con mis ojeras alguna mirada.

Línea seis,Necesitar esconderse y abrazarse a Pista de audio 03.



Es como cuando sientes que las ojeras llegan hasta los ventrículos y no hay colchón ni madrugada que vaya a solucionarlo.
Es confundir el espejo del baño con los charcos de las aceras,
sin paraguas y con las orillas de los pantalones resfriados.
Como sentarte a esperar en la parada,
y después de ver llegar y marcharse los tranvías una vez tras otra,
con tus historias como compañeras de banco;
entender que hoy no es un buen día,
como en demasiado tiempo.
Levantarte y volver andando a donde siempre,
con las canciones de siempre,
pero más hecha mierda que nunca;
con el frío en el pelo y calada hasta el corazón.


han vuelto a descoser pedazos que puse corriendo,
cuando creía que podía vivir a base de casualidades.
Si fuese invierno,
nunca me cansaría de morir una vez detrás de otra.
Ahora escuchando lo de siempre hasta que necesite volver;
nadie me preguntó si quería cambiar.




A las diez y media bosteza el despertador,
tropiezas con la persiana e intentas distinguir si lo que suena en la habitación es tu estado de ánimo o las mismas canciones de anoche.
Los pantalones se quedan en el rincón de la puerta,
preguntándose qué te han hecho y las puertas del armario se vuelven la única cosa sincera.
Las vías,
no dejan de asomarse por la ventana
y no hay día que pase que les cuentes un cuento para dormir;
a secas,
como todo desde hace tiempo.
Buenos días.
La leche está en el microondas?
Cuando llegue te llamo.
Me quedan tres paradas,
esperame en las escaleras.
Como siempre.
No,
subo andando.
Espera,
creo que me he dejado los pinceles.
Todos los caballetes están ocupados,
así que nada.
Mañana a menos cuarto.
Adiós.
Diez menos algo.
Ya voy para casa.
Queda pan?
Buenas noches.
Y octubre acaba de cerrar la puerta
sin hacer ruido.






Llueve a bocados y las luces se emborrachan a cada momento.
Noviembre.
Y sin embargo...





















NOVIEMPRE A COLORES =)



Noviembre ha explotado esta madrugada a la una y veinticuatro minutos y ella estaba allí, en medio de ése big bang de sentimientos y de caos. La pobre, pasmada, ya no pudo volver a dormirse entre pensamientos banales y alguna que otra lágrima provocada por la tos, o tal vez por nostalgia, aquella de Mala hierba, nunca muere. Poco entendía lo que estaba pasando en su interior como para darse cuenta de su alrededor, pero es que esto tenía que ocurrir en cuestión de cero coma, y era consciente de ello después de no haber encontrado migajas de calor en los rincones de este mes. Ahora sólo puede dar el último empujón o seguir andando a trompicones....



Nov. Tu nombre siempre me trae al mar y su sabor casi palpable por muy lejos que se encuentre. Y nuestro encuentro de hace unos cuantos años, en el mar, y tu libro que ahora yo también adoro y que su nombre indica. Y me trae dulzura y calidez y ganas de abrazarte y muchas cosas ñoñas a la vez.






Has sido mi Abril... Quiero que vuelvas, para ser mi dulce Noviembre.



No sé cómo debería sentirme en el primer día de mi esperado Noviembre, pero seguro que de este modo no. Las tres tristes semanas tristes se están acortaron y, y después del sábado y del martes y del miércoles quizá y del próximo viernes también, todavía más. He descubierto que el negro ya no habita en mi, que todo eso no eran más que bocanadas de mentiras para justificar mi amargura (in)coherente, y que escoja el color que escoja mi particular "M" seguirá ahí, detrás de este blanco, del rojo de ayer y de cualquier de la multitud de la gama de colores existentes, incluso de los que aún quedan por inventar, porque por mucho que quise deshacerme de eso, forma parte de mi identidad.
Me da miedo esta velocidad y creo que tan vertiginosa ya no puede pararse, ni siquiera ariesgarse porque podría llevarte por delante. Y lo que es peor, es injusto pedir que necesito que alguien se la juegue por mi y se plante ahí delante para pararla, porque yo... ya no tengo yema en los dedos de aferrarme al suelo y resentirme a seguir alejandome. Ojala tuviera una poción magica para sentirme mejor...





Ya no creo que la constancia sea la base de la confianza pero por algún motivo no puedo o no sé buscar otro modo viable de sentirte.

Mira que le he consultado a la almohada, pero parece que es de ésas cosas que debes aprender por ti misma. Quizá el problema seas tú y no yo, que no me dejas latirte. De cualquier modo, espero que cuando llegue, no llegue tarde.

Y aunque se sentía como una idiota porque había descubierto un sentimiento nuevo incalificable y eso la aturdía ya que no entendía nada de nada, sólo que no era agradable.



No sé vivir sin ti. O, tal vez, no sé vivir, sencillamente. Todas las mañanas abro el armario donde guardo mi colección de sonrisas, pero antes de coger ninguna me acuerdo que el sonreír si no es contigo, no sabe tan bien, esas particulares manías que tengo...

Entonces, cierro el armario y me marcho sin desayunar y sin sonrisa.

Mientras, escaleras abajo, mis ojos recitan un poema de Sol Lozano, que tantas lágrimas me sigue robado.





Fuerza, sonrisas, y algunas caídas también. Todo lo que soy. De pequeña siempre quise ser mágica, una superheroina o algo así, algo que destacara, algún poder que otros no tuvieran, yo que sé, cambiar el mundo o algo así. Al final quedó en un intento frustrado, no lo conseguí.
Con los años aprendí que no se puede salvar el mundo, que basta con salvarte a ti misma guerra tras guerra: Cuando pierdes el control, cuando pierdes una amiga, cuando te pierdes a ti misma... Luchar contra éso, es suficiente para convertirse en mágica, con poderes secretos o sin ellos.



A ella ni siquiera le ha hecho falta ésta vez proponerse, y mucho menos prometerse, no dejar caer una sóla lágrima porque es más fuerte que un fuego incesante a apagarse. Es más, hace unos días que no para de reír, aunque tampoco con facilidad, pues Noviembre nunca le dió una cajita de sonrisas pese a iniciar su amado Otoño, y con él, sus típicas anginas convertidas en bronquitis como cada invierno. Lo que no acaba de entender muy bien es, si ríe irónicamente llena de rábia y decepción, o ríe por no llorar. Y es que es deplorable y mediocre el comportamiento de algunas personas. Claro que también puede ser una mezcla de ambos motivos. Creo que necesito un poco más de verano (y veneno).



Ella se ha dado cuenta que Noviembre no es el culpable de ninguno de sus males, ni de que no sea capaz de salir corriendo detrás de su sonrisa, de la de verdad, así que ya no quiere que termine. Bueno, eso es un poco mentira porque en realidad le da igual. Suerte que el mes protagonista le ha dado una tregua de compasión y al final sus pies hicieron el amor en perfecto movimiento con aquello que tanto jugo de magia le exprime: bailar.
Incluso cuando le pesa el alma Ella baila, pero pesar, no pesa mucho últimamente, ni ella, ni el alma que está bien vacía! Pensándolo bien, debería haberlos usado para caminar, que ya lleva demasiados días estancada en un rincón. Pero no es muy experta en eso de pensar. Siempre se equivoca, siempre.
El caso no es eso, sino que Ella se ha refugiado en un estado físico un poco insoportable para justificar su caída emocional, y tiene tanto miedo de llegar al fondo, que no quiere asumir el hecho de calzarse y salir a vivir el mundo sin pensárselo tanto.





Los malos días los arreglan los besos.
Siempre.

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