Albedrío

Justa(mente).


La otra vez era un definitivo, cómo nombrarlo ahora? Nada, eso lo resume.
Libertad, eso respiro. Eso percibo.
Soy yo, mía al fin. No te pertenezco más, ni mis besos, ni mi sonrisa, ni un milímetro de piel, no más huellas digitales mías en tus cosas. Estoy lejos de todo aquello que era nuestro, estamos lejos. Alejados al fin de nostalgias, de la interpretación de señales, de recordar sueños realizados. Lejos de verdades absurdas que nos hacían daño, cerca de verdades infinitas que nos dejan la cara doliente de tanta sonrisa.



No hay luces apagadas,
nosotros brillamos, porque la respuesta se la debíamos a los corazones.
Ya no laten erróneamente, había que explicarlo todo, que ya saben contar... que la taquicardia no era la rutina de verte; que no te pierdo, ni pierdo abril. Que habrá que estirar los días para que en las noches exista el sueño; que en las películas se comen palomitas y no pasión sobre una cama. Los paraguas son para cubrirnos del sol y el impermeable no es remplazo de algo abrigador. Los viernes son de amigos, y con los recuerdos no se juega al futuro, el ventrículo izquierdo no es armario de sentidos, y no se juega con mi globo ocular al pin-pon, las sonrisas de invierno no son en mayo, no lo son. Y el cabello, no se ata a la cama, ni se cortan los dedos con navajas, no más sombras de nuestras risas. Dejamos de buscarnos en canciones, que ya nos escuchamos demasiado. No te inmortalizo en mi pupila, que habrá que fotografiar más gente; la reconstrucción existe: nos formamos un mundo. Una vida, la mejor vida, mi vida. El abuso, el exceso puede también ser malo... no exprimirnos demasiado. Dejamos de escuchar los colores por los dedos y mis pestañas no son pentágrama. Los atardeceres tienen sol, y el olvido sigue siendo algo que no conocemos. Nos creemos lo increíble y gozamos de lo ingenuo. Semáforos en tres colores, simples, no los nuestros. Mi locura, mi único utensilio de defensa. Nos cosemos las heridas con sonrisas, y nos contradecimos porque no sangramos, y decimos hola al adiós que estaba sentado. Sigo mordiendo el aire, quizá bebiéndome el silencio pueda digerir todo esto.




((Gracias por haberlo hecho. Por ser posible. Esta historia. Mi cuento favorito))

Soy yo. ¿Qué importa todo?

Nada importa, soy yo.

Hoy, me abrazo a cada segundo,

para protegerme del mundo

que inyecta mentiras con sabor ceniza.

((siempre habrá

una nube de esas...

siempre))

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