sos-pEchando

Esa mañana me levanté con la sensación de llevar en mi pecho un desierto.
Fue el sentir óbito de ciertos latidos caducándose, haciendome perder la cabeza, parándome en seco y retorciendome. He llenado de tinta fresca todas mis libretas, he besado con dulzura sus párpados antes de acostarme. Tengo el corazón enlatado, roto, lleno de párrafos absurdos.
Siento en mi vientre algo desgarrador.

Noto mi cuerpo desencajándose, cayendo en algún rincón del mundo donde las cosas bonitas son tan pequeñas y tan finas que las puedo respirar.
Me gustaría volver a levantarme con los resquicios de un sol que calienta, sabiendo que lo que nos rodea no es mentira, nada que pretendamos, simplemente lo que es.
Me gustaría lanzarme al vacío dejando en la caída todo lo malo del mundo que hay en mi.

Hoy me escondo entre murmullos,

susurros y silencios siendo complices.
Gritame a oscuras, no me sueltes ahora,

que mi mano está firme con la tuya.

Dí. Diástole. Sí, sístole.

Déjame sentir, qué si el amanecer nos pertenece,

el atardecer ya lo tengo reservado.

Llename de vida, mi vida.

(pero no se lo digas a nadie)

Y, tic-tac-quicardeando nuestras voces palpables,

sufridas y miedosas.
Un acertijo nos rodea con hambre de amar.
(te quiero)

no hay forma de resistirme a lo contrario

"contigo soy

quien debiera haber sido".

El dolor cervical disminuye a ratos,

viene y se va,

benditos fármacos,

lástima que su efecto no es eterno.

Pero quince días más y logrado.

Empieza la cuenta regresiva. (15)