Izquierdamente

¿Por qué parar?
Si me gusta continuar.

Empezamos con un juego de luces

y sombras... antes de darnos guerra.

No sólo era eso o aquello. Era ver reflejados pensamientos fantasma en palabras ajenas, ajenas pero tuyas. Desaparecer y aparecer. Ir y venir. Estar y no. Ser y no ser. Son tus pensamientos y siempre tuyas las palabras.


Era de las raras veces en las que independientemente del asunto, te sentía (te siento)
muy muy muy muy cerca de mi
(o yo muy muy muy muy cerca de ti).

Eres capaz de escuchar y aún más, de comprender.

Eres capaz de abrazar mi ansiedad, mi brusquedad.

Eres tú, quien así me sujeta dulcemente las falanges,
y hace suyos mis metacarpianos.

Te quiero, en la distancia y en la cercanía,
en las palabras dichas y escritas.
En los silencios, en el miedo, yo te quiero.
En la confusión y en la espera.
En el retorno de la vida nuestra. En el encuentro.
Te quiero.


Se paran. Separan.
No sé cuántos kilometros, pero por cada metro un te quiero :)

Puedo ser ciega, sorda, no muda; imagino que así

duele un deshielo.

Al fin, la otra parte del antifaz.